
Aunque es un río muy conocido desde un punto de vista histórico por las múltiples referencias que de él se hacen en la Biblia, el Jordán no es muy importante desde el punto de vista de su caudal. Tiene una longitud de unos 320 km y, excepto por la presencia de algunos rápidos o de las crecidas estacionales, es un río poco profundo, estrecho y lento en su discurrir. No obstante, en una región tan árida como el Oriente Próximo, la pequeña cantidad de agua que aporta el río Jordán es de gran importancia. Así, para Israel supone la principal fuente de suministro de agua de superficie a través del lago Tiberíades, de donde se obtiene la mitad del agua potable del país.

EN EL RIÓ JORDÁN SE BAUTIZO JESUCRISTO

SE PATEO TODA LA RIBERA DEL JORDÁN

EVANGELIZÓ A LOS DISCÍPULOS

Ellos, el pueblo de Israel; pasaron el río Jordán en seco, lo mismo que el Mar Rojo. Israel fue dos veces bautizado: en el mar, y en el río Jordán. Ambos son, además, muros que nos separan de lo que ha quedado atrás. El Mar Rojo es una pared entre nosotros y el mundo. Nosotros no podemos ir allá y el mundo no nos puede alcanzar. Y luego está el Jordán. Por él quedamos separados de una época triste en que no encontrábamos satisfacción, en que Cristo nos parecía lejano.

EN SUS AGUAS SE BAÑÓ

DESCANSARÍA A LA SOMBRA DE LOS ARBOLES

Los Israelitas se comprometieron a cruzar el río Jordán. Cuando las aguas que se habían retenido volvieron a su cauce normal, la gente fue cortada de su vida anterior. Su vieja vida en el desierto fue cortada. Este es el final de todo. Ellos eran ahora nueva gente. Fue la Victoria de la fe.

EL HOMBRE QUE PASO HACIENDO EL BIEN

Cuando Israel atravesó el Jordán, bastó que los sacerdotes tomaran el arca sobre sus hombros, y sus pies tocaran el agua. Entonces el agua se detuvo, como en un montón. Los sacerdotes estuvieron en el fondo del lecho del río, y el pueblo pasó en seco. Bastó que Cristo fuera alzado, y las aguas se detuvieron. Esa arca que alzaron los sacerdotes es Cristo. Basta que el pueblo de Dios exalte a Cristo, que los sacerdotes de esta nueva dispensación, que somos tú y yo, sostengamos el testimonio sobre nuestros hombros. Si Cristo es levantado, entonces nosotros podemos pasar en seco el río.
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