Embriágame de dulzura,
Sangre de Cristo preciosa,
y que el alma silenciosa
sienta el amor que le cura.
Embriágame de pasión,
sangre por mí derramada,
para que en mí no haya nada
extraño a su corazón.
Embriágame de pureza,
sangre de Dios virginal,
para que el hombre animal
no profane mi grandeza.
Embriágame de bondad,
sangre santa del Calvario,
para que no haya adversario
que ofenda tu santidad.
Embriágame hasta perder
el raciocinio y sentido,
que, al verme de Dios transido,
Dios será mi amanecer.
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