
En mi casa, como otras veces, la leña ardía.
Ese día, era gris y diferente, más bien triste.
La silla, donde mi madre dormía tantas veces,
Y otras soñaría, estaba vieja ennegrecida y vacía.
Sin quejas, y en silencio, en esta mañana de niebla fría;
Calienta la cocina, último servicio de esta vieja silla.
Vuelan las chispas que avivan la estancia sombría.
Junto a la chimenea dónde estaba la silla tendida…
He colocado una hornacina con un marco de plata fina
Que cobija a mi madre y a su silla, me parece verla…
Sentada, unas veces que se mece, y otras que dormita.

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